¿Cuánto tiempo más podremos comprar todos nuestros alimentos en el súper?
- Gustavo Monforte

- 26 sept.
- 3 Min. de lectura

¿Y si el verdadero lujo del futuro fuera la comida corriente? ¿Qué harías si el café, el huevo o el aceite subieran tanto que tuvieras que elegir entre ellos? ¿Hasta cuándo podremos seguir dependiendo del supermercado para el 100 % de lo que comemos?
No es sólo una sensación: cada año cuesta más llenar el carrito. No hablamos de un “pico pasajero”, sino de una tendencia que se afianza. El clima extremo golpea cosechas, la logística se encarece cuando la lluvia llega en forma de diluvio y la sequía dura más de lo que el campo resiste. Cuando eso pasa en varios países a la vez, los precios brincan. Y aunque algunas temporadas den un respiro, volvemos a subir con el siguiente shock. El resultado es una meseta más cara y volátil.

Aquí se cruzan dos curvas: por un lado, alimentos más caros; por el otro, salarios que no siempre alcanzan a la inflación. La relación es simple y dura: si la comida sube más rápido que nuestros ingresos, comprar todo se vuelve un deporte de alto riesgo. Y no hablo de un colapso cinematográfico, hablo de algo más cotidiano: pasar de comprar sin pensar a calcular cada compra, de comer lo que nos gusta a lo que alcanza.
Proyecta diez o quince años. El clima no va a “volver a ser como antes” y los rendimientos agrícolas no mejoran por decreto; al contrario, cada grado extra de calor trae más pérdidas, más plagas, más incertidumbre. No veremos una línea recta, sino escalones: periodos de calma aparente, saltos de precio, otra calma que ya no regresa al nivel anterior. En ese vaivén, algunos productos se sentirán lejanos; otros, esporádicos. El súper seguirá ahí, sí, pero depender de él al cien por ciento será, para muchos hogares, financieramente inviable.
¿Entonces qué? Recuperar lo que olvidamos. Durante milenios, cultivar, criar, cosechar, conservar y cocinar fueron alfabetizaciones básicas. Las entregamos a sistemas industriales que, mientras hubo energía barata y climas estables, funcionaron. Hoy ya no. Reaprender no es romántico, es prudente. No es fácil ni rápido: exige aceptar que el clima cambió, que habrá temporadas irregulares y aprendizajes con error. Pero también trae algo que el mercado no vende: resiliencia.

Convertir la casa en una pequeña granja urbana no significa “producirlo todo”. Significa reducir nuestra exposición. Empieza con el suelo: composta, acolchados, agua captada y bien usada. Luego vienen hojas, raíces y aromáticas que rotan con las estaciones, frutales en maceta o espaldera, y, si las normas lo permiten, animales pequeños que convierten restos en proteína y abono. Más adelante llegan las artes olvidadas: fermentar, deshidratar, conservar, captar y almacenar agua de lluvia. En el camino aparecen aliados: vecinos que intercambian semillas, compras colectivas de sustratos, huertos compartidos, saberes que se heredan otra vez.

No se trata de huir del mundo, sino de volver a tener oficio. De que una parte de tu comida salga de tu patio, azotea o balcón; de que el menú se planifique mirando el clima y no sólo la app; de cocinar con el tiempo de las plantas, no con el capricho del precio del día. La autonomía alimentaria no se compra: se construye. Y se construye con decisiones pequeñas, sostenidas, ahora.
La pregunta no es si la comida será más cara; eso ya está ocurriendo. La pregunta es si, cuando lo sea, tendremos manos entrenadas, suelos vivos y una red cercana que amortigüe el golpe. Empezar hoy, una composta, un bancal, dos macetas, parece poco. En diez años, es la diferencia entre navegar la tormenta o quedar a la intemperie.
Fuentes
FAO. Food Price Index (actualización agosto 2025). Indicadores y notas sobre la reciente trayectoria de precios de alimentos. FAOHome+1
IPCC. AR6 Synthesis Report – Summary for Policymakers (2023). Evidencia sobre impactos del calentamiento en productividad agrícola y seguridad alimentaria. IPCC
OIT. Global Wage Report 2024–25 (2024). Tendencias de salarios reales y poder adquisitivo tras la inflación reciente. International Labour Organization









Si yo también he pensado cuanto tiempo durará esta red de empresas. Pero no se como va a continuar esto. La mayoría empresas americanas, y este país está en colapso.