La composta caliente es una técnica ideal si generas muchos residuos orgánicos y quieres transformar todo en abono en pocas semanas. A diferencia de otros métodos más lentos, aquí el proceso se acelera gracias al aumento de temperatura, producido por la actividad de millones de microorganismos que descomponen la materia en condiciones óptimas.

Para que funcione bien, necesitas juntar una buena cantidad de material desde el inicio: al menos 1 metro cúbico de residuos (equivale a una pila de 1x1x1 metro). Esto crea el volumen necesario para que la temperatura interna suba a 55–70 °C, eliminando semillas, bacterias y patógenos, y acelerando la descomposición.

El secreto de la composta caliente está en el equilibrio entre materia verde (nitrógeno) como restos de cocina, pasto o estiércol, y materia café (carbono) como hojas secas, paja o cartón. Una proporción ideal es de 1 parte verde por 2 o 3 partes café. También necesitas oxígeno y humedad, así que debes voltear la pila cada 2 a 4 días y mantenerla húmeda como una esponja exprimida.

Puedes hacerla directamente en el suelo, en un compostero grande o en una caja abierta. El proceso completo puede durar de 3 a 6 semanas, dependiendo de cuánto la voltees, el clima y los materiales usados. Al final, obtendrás una composta oscura, con olor a tierra mojada, que puedes usar en macetas, huertos o árboles.

Esta técnica es ideal para quienes tienen residuos de jardín, estiércol de animales o acceso a materia seca en cantidad. No es la mejor opción para departamentos pequeños, pero sí para patios, jardines o espacios comunitarios.

Lo bueno de la composta caliente es que además de ser rápida, mata semillas de malezas y enfermedades, por lo que es muy segura para usar en cultivos. Requiere algo de esfuerzo al inicio, pero una vez que aprendes el ritmo, es una de las formas más efectivas de hacer composta.

En resumen: si tienes espacio, volumen y ganas de acelerar el proceso, la composta caliente convierte tus residuos en abono en tiempo récord.