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Glosario de conceptos
Aquí encontrarás definiciones claras y sencillas de los conceptos más importantes relacionados con la producción de alimentos en casa
Cuidados cotidianos y humedad necesaria
Una vez que tu sustrato ha sido inoculado y comienza el crecimiento del micelio, lo más importante es mantener las condiciones estables para que el hongo se desarrolle bien. Esto no significa que tengas que estar encima todo el día, pero sí requiere observación diaria, una buena rutina de cuidado y algo de paciencia. Cultivar hongos es como acompañar un ciclo natural: no puedes forzarlo, pero sí puedes facilitarlo.
El primer cuidado esencial es la humedad. A los hongos les encanta la humedad ambiental, pero no les gusta el exceso de agua directa. Lo ideal es mantener un ambiente con 80–90% de humedad relativa, sobre todo cuando el micelio está por iniciar la etapa de fructificación (cuando comienzan a formarse los cuerpos del hongo). Para lograrlo puedes:
Usar un atomizador para rociar agua alrededor del cultivo, nunca directamente sobre los hongos.
Cubrir las bolsas o cajas con una bolsa plástica grande (tipo mini invernadero) con algunos agujeros para ventilación.
Colocar una charola con agua dentro del espacio de cultivo.
Usar un humidificador pequeño si tienes varios cultivos o vives en clima seco.
La ventilación también es clave. Si bien los hongos no necesitan corrientes fuertes de aire, sí requieren oxígeno para desarrollarse. Si estás usando una caja o estructura cerrada, abre al menos dos veces al día para renovar el aire. Cuando los hongos comienzan a crecer, liberan dióxido de carbono, y si se acumula, pueden salir deformes o con tallos alargados y delgados.
En cuanto a la luz, los hongos no necesitan sol ni mucha iluminación. Pero sí requieren algo de luz difusa o ambiental para "saber" que es hora de formar los cuerpos fructíferos. Una ventana con luz indirecta o una lámpara LED blanca durante 8–10 horas al día es suficiente. No pongas el cultivo al sol directo, ya que se deshidratará y puede estropearse.
Revisa todos los días cómo va el micelio y los primeros brotes. Si ves pequeñas cabezas blancas o grises saliendo del sustrato, es señal de que pronto tendrás cosecha. En esta etapa, evita mover el cultivo, ya que los hongos son muy sensibles al tacto y los cambios bruscos.
También es importante vigilar signos de contaminación, como manchas verdes, negras o naranjas, mal olor o textura viscosa. Si aparecen, aísla esa bolsa o recipiente del resto y descártalo si es necesario. La mejor forma de evitar esto es usar materiales limpios, pasteurizar bien y no tocar el sustrato con manos sucias.
Una vez que los hongos han salido, crecen muy rápido. En 2 a 4 días estarán listos para cosechar. Se recomienda cortarlos con cuchillo limpio o girarlos suavemente desde la base. Luego puedes seguir cuidando el sustrato, que puede dar una segunda o tercera oleada de hongos si mantienes las condiciones adecuadas.
La clave de estos cuidados es el ritmo constante, no la perfección. Un poco de humedad diaria, aire fresco, y observación consciente harán que tus hongos prosperen. Verlos crecer es una experiencia muy gratificante, y con práctica, puedes tener producción continua durante todo el año.

Fecha de modificación:
Técnica
30/9/23
Fungicultura
Métodos
Categoría
Autor
Vive de la tierra
Fotos y videos
Fuentes