Las pinturas naturales son una alternativa ecológica, económica y saludable a las pinturas industriales que comúnmente se usan en casas. Están hechas con ingredientes simples como tierra, cal, almidón, arcilla, leche o pigmentos minerales, y puedes aplicarlas tú mismo para renovar muros interiores o exteriores sin exponer tu salud ni contaminar el ambiente.

La mayoría de las pinturas comerciales contienen compuestos volátiles (COVs), que son tóxicos y se siguen liberando al aire incluso después de que la pintura seca. Esto afecta la calidad del aire en casa, y en espacios cerrados puede provocar dolores de cabeza, irritaciones o alergias. En cambio, una pintura natural deja que las paredes respiren, regula la humedad, y no libera toxinas.

Una de las fórmulas más populares es la pintura de tierra, que se puede hacer con arcillas o tierras de colores mezcladas con agua, sal, almidón de maíz (maicena) o harina cocida. Esta pintura tiene una textura mate muy hermosa, y se puede aplicar con brocha, esponja o incluso con las manos para lograr efectos artesanales. Ideal para interiores.

Otra opción es la pintura de cal, que además de ser económica y fácil de aplicar, tiene propiedades desinfectantes y antisépticas. Se usa tradicionalmente en fachadas, patios, gallineros y muros que necesitan resistir humedad. Puedes prepararla mezclando cal hidratada con agua y un poco de sal o aceite de linaza para mejorar la adherencia. Acepta bien pigmentos naturales como óxidos de hierro o tierras de colores.

También está la pintura de leche (caseína), muy usada en muebles, puertas o interiores delicados. Se hace con suero o leche cuajada, cal y pigmentos naturales. Aunque su preparación es más delicada, deja un acabado sedoso y muy resistente.

Estas pinturas no solo decoran, también ayudan a regular el clima interior: dejan que los muros respiren, evitando condensación o acumulación de hongos. Y al no tener solventes ni plásticos, son seguras para niños, mascotas y personas alérgicas. Además, puedes hacerlas tú mismo con materiales muy accesibles.

Si nunca has probado pintar con tierra o cal, puedes empezar con una pared pequeña, una maceta o incluso una tabla. Te sorprenderá lo simple y satisfactorio que es trabajar con materiales vivos, que no te enferman, que no contaminan y que te conectan con un arte ancestral que vuelve a tener sentido hoy.