La bioconstrucción es mucho más que hacer casas “bonitas” con tierra o bambú. Es una forma de habitar el mundo de manera consciente, usando materiales naturales, locales y saludables que no dañan tu cuerpo ni el entorno. Y sí, aunque muchas veces la asociamos con casas rurales o proyectos ecológicos grandes, también puedes aplicar la bioconstrucción en casas, departamentos y patios urbanos.

¿Para qué sirve? Para reducir el uso de cemento y químicos, mejorar el confort térmico y acústico de tu hogar, bajar tu impacto ambiental, y crear espacios que respiren contigo. La bioconstrucción se adapta a lo que tienes: puedes usarla al construir desde cero o en pequeñas remodelaciones, como pintar una pared o poner un aislante natural.

En esta sección aprenderás cómo aplicar varias técnicas en casa:

• Las pinturas naturales, hechas con tierra, cal, pigmentos minerales o harinas, que no intoxican y dejan respirar las paredes.

• Los acabados con cal, que desinfectan, protegen y embellecen muros interiores y exteriores.

• Los techos verdes, que transforman azoteas en jardines frescos, aislantes y productivos.

• El uso de materiales naturales y locales, como madera reciclada, bambú, piedra o barro, para muebles, estructuras o detalles.

• Los aislantes térmicos naturales, como paja, corcho, lana o cartón, para mantener tu casa fresca sin gastar energía.

• Y la construcción con tierra, desde enjarres hasta muros completos, usando técnicas como adobe, cob o bahareque, adaptadas a pequeñas mejoras urbanas.

La idea no es que te conviertas en albañil ecológico de un día para otro (aunque podrías), sino que entiendas que tu casa puede respirar contigo. Que puedes hacer cambios pequeños pero significativos, que se sienten en la piel, en la temperatura, en el olor y en el ambiente de tu espacio.

La bioconstrucción es volver a construir con lo que tenemos, de forma sana, humana y coherente. Y como verás, sí se puede hacer en ciudad, sí se puede hacer poco a poco, y sí vale mucho la pena.